Somos invisibles, molestos e innecesarios. Así nos ven los ciudadanos. Un día en el trabajo de un barrendero.
Sobre las 6 de la mañana suena el maldito despertador, que me saca de un sueño corto y poco reparador, es el que me indica que la jornada de trabajo diario comienza.
Acudo a mi puesto de trabajo aún desperezándome, mascarilla puesta saludo a mis compañer@s, intercambiamos cuatro comentarios y pasamos lista.
Me asignan mi trabajo y al compañero con el que voy a pasar la jornada. Hoy toca camión de baldeo. Diego mi compañero. El sueño queda atrás y nos ponemos manos a la obra.
Comenzamos los protocolos de limpieza de las superficies de contracto con desinfectante, comprobación de herramienta de trabajo, manguera, llave, codo, está todo. Comprobación del vehículo y niveles del camión y motor auxiliar, todo correcto.
Nos dirigimos a la zona asignada. Hoy toca desinfectar con detergente las entradas de los supermercados, de las farmacias y los centros de salud.
Es primera hora y todo está cerrado, es el mejor momento, aprovechamos la ocasión.
Las 8:55h, comienzan a levantar las persianas los pocos comercios que pueden hacerlo, entre ellos nuestros objetivos. Ya hay cola en la puerta del supermercado.
Mientras mi compañero prepara la manguera, me dirijo a los ciudadanos que esperan haciendo cola. “buenos días, por favor pueden echarse a la derecha, que vamos a desinfectar la entrada al supermercado, vamos a tardar un minuto, gracias”.
Comienzan las caras de desaprobación, los comentarios “¡¡es que esto se tiene que hacer por la noche!!”, “no, si ahora nos van a fumigar”, aunque tímidamente, comienzan a desplazarse.
Bueno todo preparado, le doy agua a mi compañero, que comienza a mojar la acera, los ciudadanos comprenden que si no se apartan se van a mojar, la brisa del agua que estamos echando así se lo confirma.
Veo que sube una persona andando por la acera en dirección al chorro, salgo corriendo hacia ella, “Perdone, perdone, espere un segundo que ya casi hemos terminado”, hace oídos sordos y se dirige hacia mi compañero, que tiene que apartar el chorro abruptamente para que pase el ciudadano que le dice “gracias compañero”, a lo que Diego le contesta, “si fueras mi compañero me habrías dejado terminar mi trabajo”. No lo comprenden, es por ell@s por los que hacemos este trabajo.